martes, 13 de septiembre de 2011

Hora de dormir...

Hora de dormir, esa hora en que la mayoria de los seres diurnos pretende descansar. Luego de un atareado dia de experimentar y aprender cosas nuevas, mi hijo Lautaro me mira desde la comodidad que mis faldas puedan brindarle con un solo ojo mientras se resfriega el otro con su pequeña gran mano, seña que tiene aprendida para indicarnos su deseo de ir a descansar.

Lo tomo entre mis brazos y lo acurruco con la firmeza y delicadeza, al mismo tiempo, que se solo un padre tiene con sus hijos y lo indujo al sueño. Mientras le hablo de mis sueños de cuando sea mas niño (como le digo siempre), de cuando tenga sus amiguitos para jugar, de cuando pida permiso para ir a visitar a alguno o simplemente jugar "aqui afuerita un ratito" me doy cuenta de cuan rapido pasa el tiempo.

No me molesta ni en lo mas minimo les contare, ya que de no ser por todo lo anterior mi presente no seria este. Suena muy cliche pero es muy cierto tambien. ¿De que sirve vivir la vida, como dice la gente, si no tienes un amor tan incondicional como el de un hijo? Creo que es "el" amor verdadero en mi vida, el amor por mis hijos.

Prometo ser heroe y villano, juez y verdugo, amigo y enemigo, risas y llantos, oidos fieles y labios discretos, estoy dispuesto a ser todo lo que quieran para al fin del dia contemplar la sonrrisa de mis hijos cuando se van a la cama..... a su hora de dormir.

Para Lynella y Lautaro,
mis amados hijos.

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